miércoles, 1 de febrero de 2012

Caminantes.

Algunos caminan como si fueran robots, la imagen del ser automatizado.
Otros, van tomados de sus manos sudadas, por inercia empujan sus pies, sin dejar huella.
Por aquel lado el pequeño muchacho, da pasos como si con cada uno aplastara al ser más despreciable.
Ella, mientras camina se enfrenta al orden natural, el viento tenas interfiere en su tarea, hasta que finalmente enciende un cigarrillo.
Otra va a paso apresurado, con los brazos cruzados como adolescente que esconde sus nuevos senos.
Aquel señor cruza la calle a la orden del rojo, como si de la vereda de enfrente se encontrara su peor enemigo.
Un hombre de traje y zapatos caros, apaga un cigarrillo con su pie, luciendo su adquisición.
Una muchacha habla por celular mientras camina lentamente, sus ademanes son terriblemente exagerados y graciosos.

Una pantalla gigante detrás del inmenso obstáculo blanco, distrae a los conductores que inertes se pierden en la imagen...

Oscurece y los caminantes aumentan descomunalmente... ya casi no puedo identificar su andar...
mucho menos imaginar su pasado inmediato. Van cada vez más rápido.



Arranca el transporte... ahora la que avanza soy yo, ellos no caminan, esperan... esperan.

Un día más en la ciudad que enamora y hace arder el alma.

4 comentarios:

Gabriela dijo...

mirar y ver, descubrir el pequeño mundo de cada cual, de cada uno... así nomás, vamos viviendo al día!

Nat... dijo...

Sí! Y resulta ser una tarea tan delicada y maravillosa!

Pepe dijo...

Somos como extrañas hormiguitas, no?
Es interesante ser espectador a veces. Digo, eso no quiere decir que no seamos parte de la escena. Pero siempre siento que el que mira se lleva algo más (eso es porque soy un mal bicho... je!)

Nat... dijo...

Siempre se lleva algo más, comenzando por la experiencia de poder VER...