Anoche me encontré con una vieja imagen...
llena de color,
de un aroma a flor abriendo,
agua límpida,
pasto recién cortado...
hojas secas, pocas hojas secas...
árboles en movimiento,
frutas frescas,
flores del ciruelo...
y ahí me veo trepando a la rama más alta de mi viejo árbol seco,
ahí estaba mi lugar...
El mundo de mi infancia olía a hojas de álamo ardiendo.
martes, 2 de abril de 2013
martes, 19 de febrero de 2013
Fuego... viento... agua...
Me sorprende la desesperación de un momento a otro.
El pulso pierde su capacidad de ser medido.
Los ojos miran sin ver.
El pecho se estruja y el flaco hace sentir su ausencia mil veces más.
El pie no siente las piedras que pisa sin pensar.
Las piernas tiemblan, no prometen sostener.
Las manos... las manos queman, el agua hierve.
Los pulmones expulsan lo tóxico de la vida, el humo se acomoda en cada célula y pretende no salir.
El viento deja de comunicar y traiciona a un elemento.
El fuego convierte al mundo en un efímero instante de ser, avanza poderoso, lleno de luz... va dejando dolor y desolación, soledad triste.
La voz puja por ser un grito, un grito que nos devuelva el agua a la temperatura que refresca, que refresca y nos deja ver.
El miedo se hace adulto en un abrir y cerrar de ojos.
El pulso pierde su capacidad de ser medido.
Los ojos miran sin ver.
El pecho se estruja y el flaco hace sentir su ausencia mil veces más.
El pie no siente las piedras que pisa sin pensar.
Las piernas tiemblan, no prometen sostener.
Las manos... las manos queman, el agua hierve.
Los pulmones expulsan lo tóxico de la vida, el humo se acomoda en cada célula y pretende no salir.
El viento deja de comunicar y traiciona a un elemento.
El fuego convierte al mundo en un efímero instante de ser, avanza poderoso, lleno de luz... va dejando dolor y desolación, soledad triste.
La voz puja por ser un grito, un grito que nos devuelva el agua a la temperatura que refresca, que refresca y nos deja ver.
El miedo se hace adulto en un abrir y cerrar de ojos.
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